Es un juego de uno tras otro.
Se activan, resuenan, los impulsos.
Su eco penetra cada espacio,
latente,
vacío
Cada surco de sensibilidad.
El paso de las teclas,
activa el viento,
que levanta cada pequeño intersticio
habitado por lo oculto.
Aquella melodía N°__ de Chopin,
que suena al fondo.
Y ya no puedo sino esperar.
Debajo de la superficie.
A que su paso se marche con el tiempo.
Que vuelva al mundo,
del que me he ido con el viento, la brisa,
un tono,
el piano,
una voz.
¿Cómo es que uno muta a la naturaleza endeble de la hoja más liviana?
Esa existencia queda alterada.
Entonces no se es sino lo otro, mutado,
arrasado por el otro.
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